En la vida no hay que estar dentro de una celda para sentirse prisionero.
A veces “barrotes invisibles” nos separan de nuestros sueños e ilusiones.
En la vida no hay que estar dentro de una celda para sentirse prisionero.
A veces “barrotes invisibles” nos separan de nuestros sueños e ilusiones.
¿Por qué a mi…?
A veces nos da la impresión de que todo se confabulara contra nosotros. ¿Por qué me pasan estas cosas a mí? Y además, adjuntamos a esa pregunta sentimientos de injusticia: no me lo merezco, esto tendría que sucederle a la gente mala, si hay un Dios por qué permite esto, maldito karma, etc.
Tendríamos que preguntarnos si aquello que nos angustia es una circunstancia o un problema ¿Alguien idéntico a ti, con las mismas circunstancias que tú podría ser feliz y sentirse realizado? Si es así, entonces reflexiona: «Aquello que no eres capaz de aceptar es la única causa de tu sufrimiento» (Gerardo Schmedling)