Estamos en Navidad, y seamos creyentes o no, lo cierto es que nuestra vida se altera al llegar la Navidad.
- Los comercios se visten de gala y tienen la esperanza de levantar el año con sus ventas.
- Los niños toman vacaciones y sueñan con juegos, diversión y fantasía.
- Los adultos retomamos relaciones familiares y hacemos esfuerzos por conservar la armonía y la paz alrededor de una mesa de celebración.
- Las empresas ocupan parte de su tiempo en felicitar el año nuevo a sus clientes más fieles.
- La sociedad en general es más sensible a las cuestiones sociales y tienden a ser más generosos con los más necesitados en estas fechas.
- Es también época de “mirar atrás”, recordamos a nuestros muertos e incluso hacemos un balance de nuestro último año.
- Sentimos que un tiempo acaba para empezar algo nuevo con la esperanza de que sea siempre mejor que lo que dejamos atrás, etc.
Después de mi infancia, recuerdo el día que renació la Navidad para mi. Mi hijo tenía 1 año y medio, y le bajé a la cabalgata de Reyes, jamás olvidaré sus ojos… sorpresa, emoción, alegría, curiosidad, incredulidad, … fue algo indescriptible que no pude compartir con nadie ese día, estábamos solos.
Desde entonces, busco esos ojos, “ojos de Navidad”, en mis relaciones profesionales y puedo decir, que tengo la inmensa suerte de poder verlos de nuevo en cada insight, en cada triunfo, en cada reencuentro, en la superación del miedo, en cada sediento de atención y cariño cuando se siente finalmente comprendido por alguien.