Tu vida está inconscientemente influenciada por los deseos, pensamientos y estados de ánimo de los otros.
La empatía nos permite ponernos en el lugar de las otras personas para lograr entenderlas y relacionarnos más eficientemente con ellas; sin embargo, no confundamos el miedo a hacer daño con tener una gran dosis de empatía.
Existe una gran diferencia entre saber las cosas y experimentar un “¡Ajá!, así que era esto lo que me está pasando”. Como muchos sabéis, soy psicóloga desde el año 94 en el que me licencié; sin embargo es curioso cómo no dejamos de sorprendernos en el camino del autoconocimiento y el desarrollo personal.
En los últimos días he estado acudiendo a conferencias y talleres de otros profesionales, muy buenos por cierto, como el de “MindfulMes” de Juanjo Pineda, y eso me ha inspirado para querer compartir con vosotros algunas de las joyas de la sabiduría científica. Retomar esos conceptos y hacerlo desde la posición relajada de alumna y no desde la de profesora, me ha facilitado la reflexión personal y he encontrado algunas respuestas a mis preguntas personales, por eso quiero compartirlo con vosotros/as.
Para poneros en situación, sintetizaré algunas de las cosas que necesitáis saber:
Según la primera y más conocida clasificación de Ekman, 6 son las emociones básicas que produce nuestro cerebro para asegurar nuestra supervivencia: alegría, tristeza, miedo, sorpresa, ira y asco. Se calcula que por una fracción de segundo (0.33segs aproximadamente) nuestro rostro responde a dicho estímulo de manera directa. Más tarde, la mente e encarga de asesorar o interpretar dicha emoción produciendo los sentimientos, los cuales sí que están condicionados por nuestra experiencia, valores, etc.
Popularmente tendemos a considerar buenas o malas estas emociones por los síntomas que percibimos al manifestarse; sin embargo, por paradójico que resulte no todo lo que parece bueno lo es, ni aquello que percibimos como malo, lo es tanto.
Durante mucho tiempo las emociones han sido consideradas las responsables del caos, el desorden y las malas decisiones hasta que el término “Inteligencia Emocional” fue ganando aceptación en el mundo de los negocios en 1995 gracias al célebre libro de Daniel Goleman.
Atando cabos, si las emociones básicas aseguran la supervivencia, la información que podamos inferir de ellas serán información clave para poder guiar nuestro comportamiento y tomar decisiones; sin embargo no siempre sabemos entender cuál es el mensaje que aportan e incluso no siempre nos permitimos reconocerlas y experimentarlas conscientemente. Aquellos que sí lo hagan, tendrán una ventaja competitiva frente al resto de los mortales.
MENSAJE DE LA ALEGRÍA: “Tienes energía para hacer un montón de cosas, continúa”
MENSAJE DE LA TRISTEZA: “Algo estás perdiendo que valoras”
MENSAJE DEL MIEDO: “Prepárate, te faltan recursos”
MENSAJE DE LA SORPRESA: “Acabas de darte cuenta de algo que no sabías”
MENSAJE DE LA IRA: “Esto no es lo que te hubiera gustado que sucediera”
MENSAJE DEL ASCO: “Cuidado, no te acerques o no te vuelvas a acercar”
Lo más interesante desde mi punto de vista es aprovechar este conocimiento para encontrar respuestas a algunos de nuestros conflictos internos.
Te sugiero algunas preguntas guía:
¿Identifico en mi día a día toda esta variedad de emociones?
¿Cuáles/es tengo bloqueada/s?
¿Qué creo me podría suceder, bueno y no tan bueno, si me permitiera experimentar esas emociones?
¿Qué emoción es la que tengo instalada más frecuentemente?
¿Qué mensaje es el que me está transmitiendo?
¿Qué respuesta estoy dando a ese o esos mensajes?
¿Qué emoción necesitaría tener instalada para conseguir mejores resultados?
Si la tuviera ya instalada, ¿qué acciones hubiera ejecutado ya?
¿Qué es lo que necesito para cambiar de emoción?
¿Qué acción supondría ya un pequeño avance?
¿Cómo imagino que me sentiré después?
¿Estoy en disposición de hacerlo sólo/a?
¿Qué voy a hacer y cuándo voy a hacerlo?
Los coaches hacemos cosas tan aparentemente sencillas como esto, escucharte, espejarte y preguntar, acompañarte en aquello que tú conoces mejor que nadie dándote recursos para facilitarte el camino que solo tú puedes andar.
Contacta conmigo si me necesitas, para mí será todo un placer contar con tu confianza.
Hace pocas horas acabó mi cumpleaños, un día para celebrar la vida.
Dicen que cuando un niño nace, crece la esperanza de que el mundo sea un poco mejor. Haciendo balance de mis 46 años, espero que al menos no haya sido objeto de todo lo contrario.
Viajar: Es un medio para reavivar nuestra atención y curiosidad hacia aquello que nos rodea, nos hace sentir vivos y flexibilizar nuestros límites mentales. Otras culturas, otras formas de vida, otra lógica…nos ayuda a crecer como personas.
Si acabé el último post haciendo referencia a Serrat, hoy comienzo de nuevo con una emblemática canción suya: “Cantares” cuyo estribillo incorpora una famosa frase de Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”
Y es que cualquier recorrido comienza por dar un primer paso, y luego otro, y otro…pero ¿a qué dirección nos lleva?, ¿qué distancia se estima que recorreremos para llegar a algún lado?, ¿tendremos los recursos que necesitamos para no pasar graves necesidades en el camino?, y si además nos encontramos con niebla, entonces nos cuesta incluso saber dónde estamos pisando… ¿será entonces mejor esperar el momento oportuno que andar por andar?, ¿Y cómo sabremos si es paciencia o miedo a tomar decisiones lo que nos mantiene inmóviles?
¿Verdad que hay días que te despiertas con energías renovadas?
Quizás no encuentres el motivo. Tus circunstancias no han cambiado, sigues teniendo deudas, achaques de salud e incluso sigues cayéndole mal a las mismas personas; pero te despiertas diciendo: “Hoy puede ser un gran día, se acabó la mala racha, la tristeza y la desidia. Voy a trabajar para cumplir mi objetivos, ¡sé que puedo hacerlo!”
¿Sabías que una diminuta pulga que apenas mide un par de milímetros, en un solo segundo, puede dar un salto suficientemente grande como para mirar directamente a los ojos a un jugador de baloncesto?
En sólo tres días de frustración, la pulga aprende a no saltar más allá de los límites de su bote para evitar el golpe de la tapa, después libre al fin, seguirá saltando bajo los límites en los que aprendió que podía “controlar” su salto sin consecuencias.
Todos los seres vivos tenemos capacidad de aprender y de olvidar lo aprendido. Algunos pensadores creen que esto puede ser incluso útil para mejorar en base a nuevos conocimientos o experiencias.
Faltan pocos días para que acabe el año y en mayor o menor medida todos hacemos balance de cómo ha sido y de lo que pedimos al siguiente.
A muchos les escucharéis decir: “Virgencita, virgencita que me quede como estoy” ¿sabéis de donde viene esa frase? Hay muchas variantes. Algunos dicen que el origen está basado en la obra “Cuentos” de Juan de Arguijo (1617), otros que es un chiste que tiene otro fondo pero un mensaje similar:
Un enfermo subía una pequeña cuesta, en una silla de ruedas, hacia la cueva donde se venera la Virgen de Lourdes, le iba dando con las manos avanzando poco a poco, y conforme subía, iba pidiéndole el milagro.
¿Hacia dónde va el aire? Recuerdo cuando chupaba mi dedo y lo ponía al viento para ver cuál era la dirección que seguía. ¿Para qué?, no sé, pero lo hacía. Debe ser que tenía tiempo para fijarme en cosas así, cuando filosofeaba con los amigos, cuando disfrutaba del placer de jugar despreocupadamente y nos reíamos de nada, nos hacía gracia sólo cruzarnos la vista.
“Hacer borrón y cuenta nueva” significa olvidar deudas, errores cometidos por otras personas, enfados, etc., y continuar como si nunca hubiesen existido.
Que difícil se hace olvidar el borrón cuando la letra se escribe con demasiado ímpetu, borramos superficialmente o no disponemos de las mejores herramientas para recuperar la pureza de la página no estrenada.
Si te dijera que no merece la pena seguir sufriendo por aquello que ya pasó, quizás me contestes: “No me comprendes, no me entiendes, tú no sabes por lo que estoy pasando, para ti es fácil decir que lo olvide…” y muy probablemente tengas razón.
Hacer borrón y cuenta nueva lleva su tiempo. Las heridas abiertas escuecen y llevan su proceso de curación pero, por doloroso que sea, cerrarlas en falso puede ser aún peor.